- Las altas temperaturas tienen efectos cada vez más devastadores en la salud física, mental y en la economía de los países.
- La infraestructura educativa en muchas regiones no está preparada para tales temperaturas, por lo que es necesario establecer medidas que prevengan sus efectos en la niñez al tiempo que se y garantice la calidad de la educación.
13 de mayo de 2024.- En los últimos meses, Chile enfrentó temperaturas récord asociadas a incendios forestales, Argentina emitió alertas por temperaturas extremas en ocho provincias, Brasil experimentó temperaturas y lluvias extremas, Ecuador prevé altas temperaturas hasta el mes de febrero y en México se han anunciado varias olas de calor que ya han comenzado a cobrar las primeras víctimas.
A medida que las temperaturas globales continúan alcanzando máximos históricos, las olas de calor en América Latina y el Caribe representan una amenaza creciente para la población mundial, particularmente las niñas y los niños. Por ello, Tejiendo Redes Infancia en América Latina y el Caribe hace un llamado a los Estados en la región a tomar acciones inmediatas de política pública ante las noticias oficiales de afectaciones y defunciones Infantiles.
El calor extremo está teniendo efectos cada vez más devastadores en la salud física, mental y en la economía de los países. Esto requiere una respuesta urgente, coordinada y basada en la ética intergeneracional. Es necesario que las voces de niños, niñas y jóvenes sean tomadas en cuenta en la toma de decisiones para asegurar su derecho a un futuro sostenible.
Las investigaciones académicas y los institutos de salud pública alertan del impacto directo que las altas temperaturas pueden provocar en la niñez, tales como deshidratación, agotamiento físico e incluso golpe de calor, lo que representa una emergencia médica. Además, el estrés térmico tiene un impacto considerable en la salud mental de las niñas y niños, aumentando casos de ansiedad y depresión. Esto afecta su comportamiento y concentración, reduciendo su rendimiento escolar y su desarrollo personal.
Paralelamente, la infraestructura educativa en muchas regiones no está preparada para soportar tales temperaturas, resultando en la reducción de horas lectivas y cierres temporales de centros educativos, lo que interfiere con el derecho a una educación continua y de calidad.
El calor extremo también está transformado la dinámica social y comunitaria, con parques y espacios públicos inaccesibles en los picos de calor. Esto limita las oportunidades de recreación y desarrollo social, que se suma a los problemas de seguridad que en varios países, ya limitaban el acceso al espacio público.
Ante esta situación, consideramos urgente la implementación de las siguientes medidas:
- Realizar campañas informativas permanentes sobre los riesgos del calor extremo en la niñez, basada en evidencias científicas y recomendaciones de los Institutos de Salud Pública, para que las niñas, niños y adolescentes, junto a sus familias, escuelas y comunidades tenga acceso a información de calidad y tomen medidas de prevención.
- Desarrollar programas intersecretariales e intergubernamentales enfocados en la prevención y tratamiento de enfermedades relacionadas con el calor extremo en la infancia y la adolescencia, especialmente los que tienen padecimientos como asma, alergias y otros problemas respiratorios.
- Adaptar las infraestructuras educativas para incorporar sistemas de climatización naturales y aislamiento térmico que permitan mantener un ambiente de aprendizaje adecuado durante las olas de calor. Esto podría incluir planes de conciliación laboral y escolar para reorganizar los horarios de ingreso y salida de la escuela donde las instalaciones representen un riesgo durante las olas de calor o bien brindar clases virtuales, atendiendo la garantía del acceso a las tecnologías del alumnado y la calidad de las clases virtuales.
- Generar espacios públicos adaptados y/o climatizados donde niñas y niños puedan realizar actividades recreativas seguras durante los periodos de calor extremo.
- Establecer convenios universidades para estimular la investigación y monitoreo de los impactos del cambio climático en la salud infantil para desarrollar sistemas de alerta temprana.
En México, es también urgente reactivar de la Comisión intersecretarial (CICC) del Sistema Nacional de Cambio Climático, integrada por 14 secretarías de Estado, para la coordinación de acciones entre las dependencias de la Administración Pública Federal. Además de integrar a la Secretaría Ejecutiva del Sistema Integral de Protección de Niñas, Niños y Adolescentes (SIPINNA) para garantizar la perspectiva de infancia y la ética intergeneracional en sus decisiones.
Estas acciones no solo buscan mitigar los efectos del calor extremo en la niñez sino también fortalecer el tejido social y educativo frente a futuros desafíos climáticos. A través de políticas informadas y centradas en los derechos humanos, se puede garantizar que las infancias tengan la protección y las oportunidades necesarias para desarrollarse plenamente ante el cambio climático.
Atentamente
Juan Martín Pérez García
Coordinador
@juanmartinmx